¿Tiene sentido realizar autolecturas de Tarot?
Es común hacernos esta pregunta, tendemos a pensar que no tiene mucha gracia leernos a nosotr@s mism@s el Tarot, puesto que siempre está el miedo de “ver sólo lo que yo quiero ver” o de manera muy “sesgada”. También fue mi manera de verlo durante un tiempo, pero he descubierto que una de las formas más poderosas de relacionarnos con el Tarot es mediante la autolectura y la conexión continua con sus imágenes.
Si bien no es descartable que pueda ocurrir esto de “ver sólo lo que quiero”, por otro lado, el no practicar esta comunicación personal con el Tarot, también nos impide aprender a distinguir (algo que considero crucial en este arte) cuándo estoy proyectando aspectos personales en la interpretación y cuándo estoy realmente conectand@ al servicio de un@ consultante.
Ocurre de forma similar cuando estamos acompañando en cualquier otra circunstancia terapéutica: si no he podido ver el fenómeno en mí mism@ primero, difícilmente podré verlo en mi consultante para mostrárselo y ponerlo al servicio de su aprendizaje. Si no aprendo a distinguir cómo me relaciono yo con el Tarot, qué cosas de mi afloran con sus imágenes, tendré menos a la mano la posibilidad de conectar con la persona que se consulta y podría ocurrir que hable más de lo que las cartas generan en mí que de lo que quieren mostrarle o permitir que aflore en el otre.
El Tarot un espacio de exploración
Hubo un tiempo en que sólo leía para otres, hasta que empecé a leerme el Tarot a mi misma, mucho más a menudo, simplemente para conectar, para plantearme preguntas que no me había planteado antes, y es que el Tarot y los oráculos, son herramientas de conexión, de exploración de la propia personalidad, de las creencias y juicios, de las emociones que nos habitan, de las potencialidades que no permitimos sacar a la luz, de las oscuridades que no reconocemos.
Fui percibiendo que cada imagen, puede traernos preguntas distintas en cada etapa o momentos de la vida. El Tarot es una energía en movimiento; dependiendo de nuestro estado interno, podremos ver unas cosas y otras no, podremos descubrir nuevos detalles, conectar con aspectos diferentes de sus imágenes, a veces más claras, a veces más confusas, lo importante es que no se trata de “algo en el Tarot”, lo que vemos no está en las cartas, sino dentro de nosotr@s. El Tarot a través de sus imágenes simbólicas, permite que aflore lo inconsciente, y allí puede haber una multiplicidad de cosas que a veces sospechamos y otras que ni siquiera imaginamos. Quizás pensamos que en el inconsciente habitan sólo cosas oscuras, pero desde mi mirada no es así, en ese espacio también puede haber sabiduría, una sabiduría a la que tememos por ser desconocida, un aspecto que nuestra mente aún no es capaz de dimensionar, pues es un fenómenos que trascienden lo mental. Tal vez tememos más a nuestra luz que aquellas cosas “no deseadas”, pues nos aterra comprobar lo poderos@s que podemos ser y los muchos mundos y realidades que podemos cambiar.
Entonces ¿cuál es la invitación?
Yo invito a quienes saben y quienes no saben leer el Tarot, a l@s especialistas y l@s principiantes, a mirar las imágenes del Tarot y de los oráculos con curiosidad por nosotr@s mism@s, como si fuera un libro nuevo cada vez, porque lo que se nos revelará es quiénes estamos siendo en este momento, y la capacidad de poner al servicio lo que percibimos, depende mucho de lograr distinguir lo que es mío y lo que es del otre. Así que, practica contigo mism@, saca una carta para cada día, hazte nuevas preguntas a partir de sus imágenes, inventa dinámicas de diálogo y reflexión, pon las cartas bajo la almohada a ver qué sueño te traen, fúndete en sus misterios y termina de convencerte por experiencia propia, que su simbología es inacabable e infinita, tal cual la multiplicidad de seres e historia que somos.
Descubramos el Tarot, abriéndolo siempre como si fuera nuestra primera vez.