Una contribución a derribar mitos
El miedo al tarot
En mi experiencia (y me imagino que en la de vari@s tarotistas) hemos sido testigos de que aún existen opiniones de rechazo hacia el tarot, considerándolo como “diabólico”, “satánico” o “maligno”, asociándolo con lo “no luminoso”, “no divino”, “no espiritual”, y de paso quienes nos dedicamos a este arte somos catalogad@s como “hij@s de satanás”.
Por lo menos a mí me ha pasado, y no puedo más que quedar impactada.
Al reflexionar, me llama la atención esa insistencia de atribuir al tarot una cualidad sobrenatural maliciosa omnipotente, como si fuese un ente, cuando lo cierto es que se trata de un sistema, un instrumento, con cierto misterio que envuelve su origen, pero un instrumento al fin y al cabo, y como tal, su uso no depende del objeto, sino de quien lo maneja; es como blandir una espada, si se usa para matar o para defender, no tiene nada que ver con la espada en sí misma, sino con el guerrero que la toma.
Por lo anterior, expongo a continuación una mirada (no la única), sobre qué es lo que muestran las cartas, cómo funcionan y con qué conectamos l@s tarotistas cuando realizamos lecturas de orientación terapéutica.
Proyección y simbolización
Desde el psicoanálisis se plantea que la psique posee mecanismos de defensa, algunos de los cuales pueden ser evidenciados cuando observamos imágenes como son la simbolización y proyección.
Ambos son procesos inconscientes y autónomos por los cuales vemos en las personas, objetos o sucesos de nuestro alrededor, las propias tendencias, características, potencias y/o deficiencias que llevamos dentro. Es lo que ocurre cuando observamos las imágenes del tarot.
Estos mecanismos tienen una función reguladora, es decir, buscan disminuir la tensión psíquica para “proteger” el equilibrio y evitar todo tipo de trastornos o perturbaciones producidas por exceso de excitación emocional, como por ejemplo lo que nos podría generar el enfrentarnos a una verdad cruda de nosotr@s mism@s de forma directa.
Las imágenes, entonces, se transforman en un canal para comprender verdades propias de una manera más armónica.
En este sentido, los arcanos son portadores de proyecciones-simbolizaciones, constituyéndose como cebos para hacer emerger lo que está en el mundo interior de las personas.
Ciertas imágenes nos inspirarán quizá simpatía, repulsión, alegría o temor; reacciones que estarán develando las propias creencias, formas de identificarnos, valores, limitaciones o apreciaciones de la realidad (que recordemos son sólo una parte, pero no la totalidad).
Lo que ocurre es que nuestra mirada identifica modelos ya conocidos o instaurados por nuestra experiencia o contexto cultural-familiar, haciéndonos reaccionar, asociar emociones y conceptos. Explorando dichas reacciones inconscientes podremos descubrir aquello que nos está habitando en la profundidad, para observarlo e ir definiendo si está siendo útil para nuestro camino en este momento o no.
El rol del/la tarotista y el poder del/la consultante
La psique es energía y vibración, por lo tanto, al trabajar con el tarot, no estamos invocando al diablo ni a demonios, simplemente lo que hacemos es conectar con el Ser (cuerpo, emoción, mente, espíritu) propio o de otra persona. De esta manera, el tarot y los oráculos, son herramientas (no poderes sobrenaturales) de autoconocimiento y también de canalización.
Desde mi mirada, lo importante en este último caso, es reconocer humildemente que no somos l@s tarotistas l@s protagonistas de la lectura, sino el/la consultante que acude con todo su potencial, donde nuestro mayor acto de servicio es acompañarle a mirarse a sí mism@ en el espejo de las imágenes y descubrir por dónde comenzar su trabajo de desarrollo personal.